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Quiero contarles sobre un sueño que el recordarlo me ayuda cada vez que lo necesito. Estoy segura que el objetivo no era solamente ayudarme a mi, sino también a ti que estás leyendo.

Entraba en una gran gran casa, podría llamarse mejor mansión, era muy lujosa y con muchos ventanales y habitaciones, todo era blanco y espacioso; y salió a recibirme un joven muy amigable y me dijo bienvenida Milena, ven que te voy a mostrar lo que Dios tiene para ti. Yo muy emocionada lo acompañé. El comenzó a abrir habitaciones y mostrarme los regalos que estaban preparados para mi, yo cada vez me sorprendía más, hasta que llegó a una donde nos detuvimos y yo le dije esto si no puedo créelo! Esto es para mi? Le pregunté con un poco de incredulidad y el me dijo si! Todo esto es para ti, Dios ya lo decidió así; solo hay dos condiciones. Ya sabía! Dije yo con un poco de desilusión, no podía ser tanto para mi, el continuó y dijo la primera condición es que quieras recibirlo, yo pensé que condición tan fácil, por supuesto que quiero le dije! Al mismo tiempo que toda esta charla sucedía, pude darme cuenta que atrás de los grandes ventanales de la habitación con cortinas transparentes podría divisar mucha gente afuera tratando de ver que pasaba adentro. Y entonces el me dijo, la segunda condición es que no mires afuera! Yo al instante dejé de mirar afuera y me centré en ver dentro de la habitación y sentí una alegría muy grande.

Cuando desperté no pude recordar lo que había dentro de las habitaciones pero lo que no he podido olvidar fue la frase “No mires afuera”.

Deja de fijarte en lo que no tienes y los otros si, deja de mirar las historias de los demás y querer mejorarlas, deja de perder el tiempo fijándote en lo que no debes. Es hora de mirar adentro y creer por lo que Dios ya decidió darte. Te animo a que lo creas, lo recibas y no mires afuera.